De la mano de la abundante humedad, se proyecta cada vez más superficie de trigo

Después de la pobre campaña triguera de 2015/16, cuando el país transitaba la última etapa del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri asomaba como el sucesor en el sillón de Rivadavia, la provincia intentó inyectar un anabólico al sector y lanzó la campaña “Pintemos de verde a Córdoba en invierno”. El nuevo contexto económico que proponía la gestión del PRO entusiasmaba más a los productores que la etapa previa y eso le dio un marco general más auspicioso para que la propuesta de apostar al trigo tuviera mayor repercusión.
Ese año siguiente, el primero de la gestión Macri, la superficie destinada al cereal pasó de unas 900 mil hectáreas a casi 1,5 millones. Fue un salto significativo para tratar de revertir una escasez que incluso se notó en la falta de provisión de trigo a los molinos cordobeses, que debieron adquirirlo en otras jurisdicciones. La cosecha cordobesa no alcanzó para satisfacer la demanda. A partir del ciclo 2016/17 el escenario cambió. Fueron en total 4 campañas por encima de 1,4 millón de hectáreas de trigo. Pero después, con la llegada al Gobierno de Alberto Fernández, esa superficie volvió a retroceder. Los dos primeros años fueron de 1,2 millón de hectáreas y luego 1,25 millón aproximadamente. Los últimos dos, ya fuera de pandemia, bajaron otro escalón más y se situaron sobre el millón de hectáreas e incluso levemente por debajo. Retornó casi al mismo nivel de 2015/16.
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