Duga-3, el radar soviético secreto escondido en los bosques de Chernóbil

Duga-3, el radar soviético secreto escondido en los bosques de Chernóbil

Parecía un día más, pero aquel 26 de abril de 1986 algo cambió para siempre en el mundo tal y como lo conocíamos. Lo que era, en principio, una simple prueba rutinaria en el reactor número cuatro de la central de Chernóbil terminó por convertirse en el mayor accidente nuclear de todos los tiempos, acabando con miles de vidas -aunque oficialmente solo fueron 31 fallecidos de manera directa- y dejando una extensión de 2.600 kilómetros cuadrados dañada para siempre. Precisamente ahí, se escondía uno de los grandes secretos soviéticos: el Duga-3, su enigmática torre de radar.

 

Fue en plena Guerra Fría, en los primeros años de la década de los 70, cuando los científicos soviéticos pusieron sobre la mesa una idea. Ante la posibilidad de que EEUU pudiera atacarles con un misil de largo alcance, plantearon la posibilidad de construir armas defensivas con las que neutralizar este tipo de amenazas. ¿Cómo podían hacerlo? Pronto, llegaron a una conclusión: si pudieran construir un radar de enorme tamaño, que fuera capaz de recibir las señales que rebotan en la ionosfera, serían capaces de tener radio de control por encima de la curvatura de la Tierra y, por tanto, monitorizar un hipotético ataque.

Foto: Vista aérea del reactor cuatro de la central nuclear ‘Vladimir Illich Lenin’ de Chernóbil en Prípiat, 26 de abril de 1986

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Así, la URSS comenzó a construir uno de los radares más impresionantes que nunca se hayan visto sobre la superficie terrestre. Como no podía ser de otra manera, este elemento fundamental en su sistema de escudo antimisiles se levantó absolutamente de manera secreta, a pesar de su monumental tamaño. Contaba, ni más ni menos, que con una longitud de 700 metros, además de una impresionante altura de 150 metros. Pero, ¿cómo hacer para que fuera invisible a los ojos ajenos? Muy fácil: instalarla en un lugar de difícil acceso, concretamente en un tranquilo y frondoso bosque situado al norte de Kiev (Ucrania).

 

Sería en el año 1976 cuando este radar soviético comenzaría a funcionar. A pesar de no conocer su existencia, pronto los radioaficionados descubrieron que algo extraño estaba ocurriendo. Una desconocida pero poderosa señal, capaz de emitir hasta a 10 MW, interrumpía las señales de onda corta en buena parte del planeta. Con un ruido muy característico y de manera rítmica, pronto pasó a ser conocida esta extraña señal con el nombre de 'pájaro carpintero'. Lo que el mundo desconocía es que se trataba de las emisiones del Duga-3 para detectar los hipotéticos misiles norteamericanos.

Pronto, los radioaficionados fueron capaces de localizar la señal en la URSS, aunque era imposible hallar su ubicación concreta y, mucho menos, conseguir acercarse a ella. Este silencio y misterio que rodeaba al Duga-3, especialmente acompañado por su sonido repetitivo, pronto generó todo tipo de teorías conspiranóicas, que fueron desde creer que se trataba de un sistema para controlar las comunicaciones a las que tenían acceso, pasando incluso por la creencia de que se trataban de señales de baja frecuencia que intentaban interceder en el comportamiento humano.

*AUDIO | El famoso sonido de que le hizo ser llamado 'pájaro carpintero'

 

Lo cierto es que no era más que un intento soviético por monitorizar la presencia de misiles de largo alcance en su territorio, pero no es menos verdad que el proyecto nacía con una carencia fundamental: en aquella época, los científicos desconocían por completo cómo funcionaba la ionosfera y, mucho menos, cómo rebotaban en ella las señales de radio. O, dicho de otra manera, en realidad el proyecto no tenía mucho sentido al no ser capaz de cumplir el objetivo para el que había sido construido.

Con la explosión de la central de Chernóbil, esta monumental estación de radio tuvo que ser abandonada al encontrarse dentro de la zona de exclusión. La alta radiación dio lugar a que el personal tuviera que ser evacuado y que, desde entonces, haya quedado abandonada a su suerte, pasando a tener cierta forma macabra por culpa de los efectos de la explosión y de la radiación, que se han encargado de retorcer sus hierros de manera caprichosa. Una monumental mole secreta en medio de la nada de la que se empezó a saber con la desmembración de la URSS.

 

Pero, ¿por qué le sigue rodeando el misterio? Al tratarse de una zona militar de alto secreto, la URSS no dudó en eliminar todos los documentos que hacían referencia al Duga-3 tras su colapso. Por ello, no se han conseguido obtener demasiados documentos oficiales en los que se explique cuál era el funcionamiento exacto de una de las estaciones de radar más grandes nunca construidas por el ser humano. Ahora, en medio de la zona de exclusión de Chernóbil, sigue erguida como recuerdo del monumental proyecto que un día puedo llegar a ser.