Plácido Domingo cumple 80 años entre las ganas de seguir sobre los escenarios y las acusaciones por abuso

Plácido Domingo cumple 80 años entre las ganas de seguir sobre los escenarios y las acusaciones por abuso

¿Sabrá un artista con más sesenta años de trayectoria cuál fue su noche más gloriosa? ¿Aquella en la que pisó por primera vez un escenario soñado? ¿La de la mayor ovación? ¿La más populosa? ¿En la que superó un gran desafío técnico? ¿O aquella en la que logró emocionar de manera más profunda, en lo que consiguió un momento epifánico? Es probable, sin embargo, que sepa con certeza cuál fue la peor, aquella en la que comenzó a despeñarse desde esa cima que parecía, ya, vitalicia.

En agosto de 2019 Plácido Domingo cantó Giovanna D’Arco en el Teatro Real. El público casi no aplaudió, algunos hasta abuchearon. En la ópera tanto las efusiones como los enojos son de gran intensidad. Los críticos hablaron de desastre, alguien escribió que la versión fue horrenda. Podía tratarse de un declive propio de la edad. Ya se acercaba a los ochenta. No era la primera vez que tenía una mala noche. A cualquiera le puede pasar.

Pero en esos días Plácido Domingo atravesaba un infierno. Estaba sufriendo chantaje de la Cientología para que él y su esposa pudieran ver a sus nietos. Se dice que el pago fue de dos millones de dólares.

Pero, cuando él creía, que nada podía ser peor, llegó el gran golpe. Una semana después, las acusaciones de abusos cayeron sobre él en cascada. Primero una decena, después otras varias más, hasta sumar 27. El efecto fue inmediato: debió dejar sus cargos al frente de importantes orquestas, se suspendieron funciones todo el mundo; más de 33 fechas fueron anuladas.

Plácido Domingo estaba cancelado.

Hoy cumple ochenta años, quizá, en la actualidad, la figura más popular de la lírica. Sin embargo esa fama, esa posibilidad de ser reconocido por un público que jamás se acercó a una ópera o a la música clásica, no le asegura que cuando el mundo recupere normalidad, y regresen los conciertos multitudinarios, él pueda volver a llenar las grandes salas del mundo.

Esa imposibilidad no se debe a su edad. Goza de plena salud, su fortaleza permanece intacta. Pero en los últimos dos años su imagen pública se desmoronó. Fue acusado de conducta impropia, abuso sexual y abuso de poder por 27 mujeres. El efecto del #MeToo llegó y con fuerza al mundo de la ópera. Empezó bien alto en la pirámide. Plácido Domingo es una leyenda.

El tenor regresó a España para disfrutar en familia de la Navidad, acompañado por su mujer Marta Ornelas, uno de los mejores apoyos en su vida. Tras unos meses duros, debido a las denuncias que ha recibido por supuesto acoso por parte de varias mujeres, Plácido Domingo también fue víctima de la pandemia del Coronavirus (Europa Press) 
El tenor regresó a España para disfrutar en familia de la Navidad, acompañado por su mujer Marta Ornelas, uno de los mejores apoyos en su vida. Tras unos meses duros, debido a las denuncias que ha recibido por supuesto acoso por parte de varias mujeres, Plácido Domingo también fue víctima de la pandemia del Coronavirus (Europa Press)
El plan original, diseñado hace varios años, lo había puesto hoy sobre el escenario del Teatro Real de Madrid. Una gran función final que celebrara sus ochenta años y una carrera extraordinaria que derribó barreras, que conquistó a especialistas, adictos y a aquellos que nunca pensaron escuchar y amar a un cantante lírico. Esa función final soñada (aunque sabemos que las despedidas de los artistas siempre son relativas y fácilmente de ser revertidas) no tendrá lugar hoy a la noche. De todas maneras, Domingo no se quedará en su casa. Hoy representará Nabucco de Verdi en la Ópera de Viena.

Ese teatro lírico fue sede de una de sus presentaciones memorables. Allí en 1991 luego de interpretar el Otello de Verdi recibió la ovación más larga de la historia (al menos así lo establece el Libro Guinness). Más de una hora y veinte de aplausos de pie por parte del público. 81 minutos ininterrumpidos, con 101 salidas y entradas de escena. En 2008 fue elegido por la BBC como el mejor cantante lírico de la historia por sobre Pavarotti y Caruso. Cantó en todos los grandes teatros del mundo. Pero también en eventos multitudinarios ante ciento de miles de personas. En el Central Park de Nueva York ante 850 mil, o diez años atrás en la Avenida 9 de julio de Buenos Aires ante más de 120 mil.

Es también director de orquesta y compositor. Sus registros son los de tenor y barítono. Pero no sólo dejó su estela en la música clásica. Siempre se preocupó por ensanchar su público. De esa manera grabó canciones melódicas, boleros y hasta un disco de tangos a principios de la década del ochenta que provocó escozor en los tangueros de la vieja guardia. Sin embargo, los compositores y letristas que aún estaban en actividad, como Enrique Cadícamo y Mariano Mores, agradecieron la inclusión de sus temas que se reflejó en jugosas liquidaciones por derechos de autor y en la difusión de sus canciones en todo el mundo. Sólo en Argentina, el álbum vendió casi 100 mil copias.

Play
Plácido Domingo cantando la ordinaria canción de España 82
Cantó la canción del Mundial de España 82, participó en las ceremonias de los Juegos Olímpicos Barcelona 92 y de Pekín 2008. Pero, sin dudas, el gran paso para la popularidad definitiva, para la masividad absoluta, lo consiguió a partir de 1990 con una conjunción muy particular.

En ocasión del Mundial de Italia, se produjo una unión que revolucionaría el negocio musical. Todavía no eran una marca registrada, parecía una unión circunstancial, excepcional. José Carreras, Luciano Pavarotti y Plácido Domingo con la dirección de Zubin Mehta. El impacto fue extraordinario. Se juntaron también para los siguientes tres mundiales.

Los Tres Tenores dieron a lo largo de 16 años 33 conciertos que batieron todas las marcas. Sus grabaciones vendieron millones de copias. El primero de sus discos mantiene el récord de ser el más vendido de la historia de la música clásica. Fueron un fenómeno. Llevaron esta música a una enorme cantidad de personas que no la había escuchado nunca. Los puristas los criticaron con ardor. Pero al lado del impacto que produjeron, esas quejas fueron un débil rumor.

Plácido Domingo defendía su derecho a ser popular, masivo: “Si los grupos de jóvenes, que no estudiaron, que no saben de música, llenan estadios y ganan millones, por qué no lo podemos hacer nosotros. Yo disfruto mucho de la masividad”, dijo.

Cuando le preguntaban por las críticas de los especialistas y de los puristas, él respondía: “Es evidente. No nosotros no cantamos para ellos. A ellos no está dirigido este espectáculo. Eso sí: está dirigido a todos los demás”.

Play
Plácido Domingo interpretando "La Traviata"
Antes de que se conocieran los señalamientos por su conducta sexual y el abuso de poder, Plácido Domingo fue noticia por otro asunto personal. Domingo se casó muy joven y tuvo un hijo. El matrimonio duró poco. Luego conoció a Marta Ornelas, su esposa desde 1962. Con ella tuvieron un hijo y una hija.

Hace muchos años sus dos hijos varones ingresaron a la Iglesia de la Cientología. Eso provocó el alejamiento de sus padres. Plácido Jr. salió de la secta hace dos décadas retomando el contacto familiar. Pero José, el hijo del primer matrimonio, permaneció. Tras su separación de su esposa Sam, las tres nietas de Plácido quedaron bajo la órbita de este grupo que no permitió que sus abuelos los visitaran ni los vieran. Estas revelaciones las hizo Sam, la ex nuera de Domingo al Daily Mail. Las negociaciones fracasaron. Para que ellos pudieran ver a los chicos y recuperar el contacto les exigieron dos millones de dólares que se cree que Plácido Domingo pagó. La situación, el chantaje, salió a la luz un día antes de su actuación desafortunada en agosto de 2019 y de las acusaciones.

Las acusaciones van desde el flirteo hasta las proposiciones sexuales dentro del ámbito de trabajo y fuera de él. La noticia se conoció a través de la Associated Press y luego fue refrendada por una investigación del Sindicato de Trabajadores de Ópera de Estados Unidos. Afirman que hay 27 casos confirmados. Sólo tres de las víctimas dieron sus nombres: las cantantes Patricia Wulf y Ángela Turner Wilson, y Melinda McLain, coordinadora de la Ópera de Los Ángeles que refiere a hechos ocurridos entre 1986 y 1987.

Todas las actuaciones de Plácido Domingo fueron canceladas cuando se conocieron las denuncias sobre supuestos abusos sexuales (AFP)
Todas las actuaciones de Plácido Domingo fueron canceladas cuando se conocieron las denuncias sobre supuestos abusos sexuales (AFP)
Ángela Turner Wilson (cantante que hace años está retirada y cuya carrera no ha sido demasiado memorable) contó que mientras se maquillaban juntos antes de una función, Domingo se puso de pie detrás de ella, y metió las manos debajo de su bata y tomó con fuerza sus pechos desnudos. La acción la sorprendió y además le produjo dolor físico. Él luego de un rato siguió su camino sin decir nada.

Otra de las mujeres dijo que él había sido muy insistente, que el galanteo fue continuado e intenso hasta que tuvieron sexo. “¡Cómo podría negarme a acostarme con él! Si él era como Dios para nosotros”, dijo.

Patricia Wulf repitió el argumento de la deidad: “Se puso muy cerca mío y dijo ‘¿Patricia, tienes que irte a casa esta noche?’. Fue impactante. Fue muy difícil. Él es como Dios en mi profesión. Cuando un hombre se acerca tanto a vos, y con una sonrisa tan irónica te pregunta si tienes que volverte a casa una y otra vez, no se puede llegar a otra conclusión: quería acostarse conmigo”. Patricia agregó que las intenciones de Plácido Domingo eran claras pero reconoció que él no la tocó.

Los casos habrían ocurrido en Washington y en Los Ángeles lugares en los que Domingo se desempeñaba como director de la orquesta. Esa capacidad de decidir las contrataciones, de poder, habría dado la condición necesaria para el abuso de poder según los testimonios recabados. La gran mayoría de las acusaciones son sobre hechos sucedidos hace al menos tres décadas.

Apenas salieron los casos a la luz, todas las presentaciones que el cantante tenía contratadas en Estados Unidos fueron suspendidas. Las de Europa parecía, en esos primeros momentos, turbulentos y confusos, que seguirían en pie. Pero como en un dominó fueron cayendo paciente e indefectiblemente.

Algo parecido pasó con los apoyos de amigos, conocidos y especialistas. Las opiniones empezaron divididas pero de a poco se fueron inclinado hacia la unanimidad de la condena.

Muchos dijeron que Plácido toda su vida había sido un Don Juan, característica o inclinación que a muchos puede parecerles reprobable, pero que en sí no encierra ninguna conducta delictiva. Paradójicamente, Domingo nunca interpretó a ese personaje, a Don Giovanni, en escena, siempre se negó a ponerse en su piel: “No me gusta el personaje. Me parece antipático a menos que encuentre la posibilidad de hacerlo simpático. Pero no es fácil conseguirlo”, dijo hace unos años.

Nicoletta Mantovani, viuda de Luciano Pavarotti, sufrió la presión externa para sumarse a esta cruzada. Ella habló bien de Plácido Domingo. Recordó cómo se sumaba a los proyectos de su marido y la amistad de años entre ellos. La mujer recibió críticas por recordar buenos momentos junto a Domingo pero no sólo quedó en eso. Hubo quienes le exigieron que retirara los testimonios de Domingo del documental que ella producía sobre Pavarotti y que dirigía Robet Zemeckis. Ella se opuso con firmeza. La intención, por lo visto, era borrar de la faz de la tierra todo rastro de Plácido Domingo. Como si sus inconductas, abusos o delitos (en los caso en los que los hubiera) invalidaran todo lo cantado, grabado o actuado por el tenor. Es difícil de entender como cuestiones de índole tan diferente pretendan ser regladas de manera taxativa, que se busque, se fuerce la unanimidad condenatoria.

La actitud de Plácido Domingo varió con el tiempo. En cuanto aparecieron los primeros casos, emitió un comunicado negando los hechos y lamentando que algunas mujeres se hubieran sentido mal por alguna de sus actitudes. Meses después, cuando el descalabro parecía indetenible, pidió disculpas incondicionales. Pero tiempo después volvió a cambiar, y adquirió una postura más combativa, luchando por su rehabilitación pública.

A Plácido Domingo le llegó el ocaso. De manera inesperada. Él, quizá, imaginó que algún día notaría alguna merma en el escenario, y que ese sería el momento del adiós. Pero la caída no se debió a un decaimiento suyo sino a una sanción inmediata y masiva. Fue cancelado. Es probable que no llegue a reivindicarse en escena. El paso del tiempo es cruel. También esta época.